jueves, 28 de enero de 2016

DÍA DE LA PAZ

Todos juntos celebramos este día 




LA PALOMA PAZ


Esta es la historia de una pequeña paloma que cuando estaba en el nido, recién salida del cascarón, aún no sabía que era una paloma especial.

Era un poco diferente porque, mientras a sus hermanos y hermanas les iban saliendo unas plumas grises brillantes a ella tenía unas preciosas plumas blancas.
Cuando sus padres les traían la comida al nido, no era de las que quería comer la primera, y esperaba con paciencia su turno.

Le gustaba jugar con sus hermanos y hermanas y cuando había peleas y se daban picotazos, ella  no se metía y les decía “tranquilizaos….no os enfadéis… Que haya paz”
…Y así fue como se ganó el nombre de PAZ.

Un buen día el papá y la mamá les dijeron a PAZ y sus hermanitos que ya estaban preparados para volar. Sus plumas ya eran grandes y robustas y soportarían la fuerza del viento.

PAZ al principio tenía un poco de miedo, pero su mamá la animó a mover sus alas con fuerza y planear.

A PAZ le gustó aquella sensación de verse libre y volar por el cielo. Y voló, voló y voló muy alto. ¡Quería llegar al sol!.

Sin querer atravesó la capa de ozono por uno de sus agujeros, abierto por la contaminación que producen los hombres.

Justo en ese momento se le cayeron algunas de sus plumas achicharradas por los rayos del sol. Pero no le dio importancia y prosiguió su camino.

PAZ llegó a una ciudad muy importante llamada Washington, allí en una casa muy grande y “blanca”; vivía un hombre muy poderoso. En ese momento estaba reunido con varios militares de su ejército.

¡Estaban planeando entrar con sus aviones de guerra y su ejército en un país lejano llamado Siria!.
Rápidamente salió volando de aquel lugar perdiendo varias de sus plumas.

PAZ aterrada, voló y voló hasta acurrucarse bajo el alero de una nave. En ese momento vio como unos hombres trabajaban afanosamente. ¡Eso era paz!
Se acercó un poco para ver que era lo que fabricaban.

¡Qué sorpresa más desagradable! Se trataba de una fábrica de armas. De allí salían pistolas, escopetas, fusiles...
La paloma se marchó cabizbaja, y en su marcha notó como se le caían varias plumas.

Se posó en una farola, estaba muy triste. Se consolaba pensando que aquella situación no podía darse en todo el mundo.
Así que decidió emprender el vuelo y atravesar el océano para llegar a otro país y así poder encontrar la paz.

Muy cansada por el viaje llegó a una ciudad llamada París. Tenía una torre muy alta hecha de hierro, la Torre Eifel. En su punta se paró a descansar. Desde allí, ¡había una estupenda vista de la ciudad!

¡De repente, escuchó una explosión!, con la onda expansiva algunas plumas de sus alas se habían desprendido.
¡Había estallado una bomba en una sala de conciertos cercana!
¡Allí tampoco había paz!

Salió de París y los vientos del Norte la llevaron a Asturias. Era un bonito lugar. Mientras volaba cruzó verdes praderas, frondosos bosques y ríos de aguas cristalinas.

¡Pero que veían sus pequeños ojos de paloma!
Tanta belleza estaba siendo destruida por el fuego y el paisaje arrasado por las llamas era gris y muy triste. Tenía que salir de allí si no quería quedar atrapada igual que otras muchas aves y otros animales.
En su huida… perdió algunas plumas más.

Apenas podía avanzar, cada batir de alas era más costoso, la pérdida de plumas le impedía planear.
Con grandes dificultades llegó a Gijón, descansó un ratito en la torre de la Universidad Laboral.
Era sábado.

PAZ hizo un alto en el camino, en un campo de fútbol donde jugaban dos equipos locales. Se entretuvo un buen rato viendo el partido.
Todo iba bien, hasta que el árbitro pitó un penalti a pocos minutos del final.

Dos aficionados empezaron a discutir sobre la decisión arbitral. Al poco rato estaban insultándose. Uno de ello, muy enfadado, le propinó un paraguazo a PAZ que estaba posada en la barandilla. Perdiendo algunas de sus plumas a causa del golpe.

Al día siguiente, llovía y PAZ se refugió en el alféizar de una ventana.
Unos gritos la asustaron, venían de dentro de la casa.

PAZ pegó su pico al cristal y vio como un hombre chillaba y  golpeaba a su esposa delante de sus hijos.
Impresionada por la escena salió corriendo, pues la falta de plumas le impedía volar.

Hoy con grandes dificultades ha llegado al colegio Alfonso Camín, muy cansada y triste. Se vio reflejada en la ventana de una clase. Su aspecto era lamentable, apenas le quedaban plumas. Se preguntó por qué.

Pronto comprendió que cada vez que había vivido una situación donde no estaba presente la paz, se le habían caído algunas de sus plumas.
Tenía la esperanza de que le volviesen a salir.

Pero esta mañana, observando a los niños y niñas del colegio ha perdido las últimas:

·         Unas cuando un alumno de los mayores contestaba mal  a un profesor y no quiso ir cuando le llamó.

·         Otras cuando unas niñas de primaria  no dejaban jugar a otro compañero.

·         Y ya las últimas cuando unos niños de infantil se peleaban por el balón en el recreo.


¿Está todo perdido o todavía quedaba alguna esperanza? La respuesta está en nuestras manos.




BAJO EL MISMO SOL



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